No te vayas sin vivir la experiencia de un auténtico Hamman. Tu cuerpo y tu mente no la olvidarán nunca. Y descubrirás sobre tu piel la cultura milenaria del agua, la delicadeza del argán, o de la leche y la miel, la sofisticación de cuatro manos aliviando tus músculos…Todo un mundo de pequeños placeres.
¿Qué mejor final para un día de ajetreo, o qué mejor parada antes de acudir al crepúsculo mágico de Jema al Fna?
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